Blog

Purificar las motivaciones

Preguntarse por las motivaciones personales de nuestro hacer y del modo como nos comportamos puede comportar un camino de autoconocimiento y sinceridad con uno mismo y con los demás, a la vez que de crecimiento y maduración personal. Poseer con absoluta clarividencia los motores que nos mueven en la vida podría ser destructivo, puesto que, entre el altruismo y la búsqueda de uno mismo, siempre hay ciertas mezclas. No se trata tanto de no tener ningún elemento “impuro” en nuestras motivaciones, cuanto de ser dueño de cuantos nos empuja en el obrar para tener la posibilidad de reconducirlo o someterlo a análisis y purificación.

El desafío de purificar las motivaciones pasa por clarificar los valores que conducen nuestra conducta. Cuando una persona pone la causa de su motivación exclusivamente fuera de sí, aún puede preguntarse qué puede y quiere hacer en el ámbito que depende de él mismo en medio de esa situación desmotivadora.

Utilizando la metáfora del coche, si la gasolina fuera como la motivación, lo que mueve, parece oportuno preguntarse por quién conduce el vehículo y hacia dónde, puesto que la gasolina podría llevarnos sencillamente a realizarse a sí misma (explotar) sin destino dirigido. La persona bien motivada sabe identificar los valores que la habitan no solo a nivel racional, sino la escala de valores que tiene interiorizada, además de ser capaz de armonizar necesidades y valores.

No son necesidades todos los deseos, ni todo lo que nos mueve son valores.

 

VOLVER