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Fragilidad de lo emocional

¿Lo emocional? Sí, es la referencia que parece estar cubriendo todos los espacios. Es el punto de llegada, el de partida, el camino. Se trata de sentirse bien, de permitirse sentirse mal. Al máximo, de acompañar y dejarse ayudar a nombrar lo que sentimos, para liberarnos de lo que nos produce malestar.

Pero hay trama y pura autoreferencialidad. Yo y mis sentimientos, tú y el permiso que digo y dicen tener todos para sentir y apaciguar aquellas emociones que saben a displacer.

Los nuevos mediums de la evocación del mundo interior, del corazón, agotan -en buena cantidad- el recorrido del counselling, en el camino emocional, en el trabajo de este modo íntio de vivir, de vibrar, de traspasar lo que nos pasa.

Pero ¿en virtud de qué clavees buscamos el bien? ¿Y el mismo bienestar, en qué consiste? ¿Qué pasa con la ética, con las actitudes, con los valores, con las virtudes? ¿Tememos invocarlas por parecer rancios? ¿Acaso no están siempre presentes, aunque no las invitemos? Sin virtudes, no hay relación de ayuda posible, camino sanador posible. Tenemos permiso para sentir, pero no para hacer lo que los sentimientos quieran.

 

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