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FORMARSE EN COUNSELLING

Hace unos meses surgía la Asociación H (ache): Asociación de counselling humanista de España, de la mano de un grupo de profesores y exalumnos del máster en counselling del Centro de Humanización de la Salud, Facultad de Educación Social y Trabajo Social, Universidad Ramón Llull, Barcelona. Un hito en la historia de la formación en esta forma de relación de ayuda, cada vez más reconocida, pero aún de manera insuficiente.

La nueva Asociación, que espera constituirse en un movimiento de fomento de la formación en esta forma de relación de ayuda tan importante para las profesiones relacionadas con el sufrimiento humano y con los voluntarios que acompañan en salud e intervención social, promete buen futuro. Ya son muchas las personas que han pasado por el máster en counselling por Tres Cantos (Madrid) y por Barcelona, buscando con esfuerzo cualificar su profesión o abrirse camino en algo que podrá serlo en el futuro.

Qué tipo de formación

En ciertos contextos de promoción del counselling se debate sobre el tipo de formación que tienen que tener los counsellors. No falta quien afirma que lo importante es hacer una experiencia personal de ser ayudado, experimentando el proceso interior que se realiza mientras alguien acompaña a generar algún cambio saludable. Otros insisten sobre la necesidad de partir de una formación consistente en alguna disciplina humanista, que garantice un conocimiento psicológico, antropológico, del ser humano, que fomente la comprensión de la condición humana vulnerable.

Hay quien considera que es necesaria una titulación universitaria previa (entre las cuales puede estar también psicología, obviamente), y hay quien rebate esta cuestión reclamando de nuevo la importancia de la experiencia en los procesos formativos en counselling.

A mi modo de ver, además de una seria formación previa al counselling, mucho más fácilmente verificable en quien ha pasado por una formación académica de licenciaturas o similares, se requiere un tiempo que supere las experiencias “oasis” que a veces se producen en cursos intensivos y breves (pocos meses). Se requiere asimismo, entrar en contacto con la literatura básica de las fuentes. No basta con oír hablar de Rogers y de la importancia de centrarse en la persona. Aprender counselling requiere tiempo y esfuerzo. Yo diría que es difícil.

Un aspecto metodológico importante es la combinación sana entre teoría, praxis y desarrollo personal. Un buen conocimiento de alguno de los modelos existentes, fundamentado teóricamente, con una antropología de fondo que ayude a comprender la complejidad del ser humano y su mundo interior, relacional, su vulnerabilidad psicológica, afectiva, parece imprescindible. Será difícil también formarse bien sin asomarse a la psicopatología, para saber derivar y gestionar los trastornos de personalidad y otras patologías. Será necesario también conocer lo suficiente para gestionar los conflictos éticos no con impulsividad o prejuicios, sino acompañando a discernir ponderando y deliberando en medio de la complejidad de la vida moral.

Otro aspecto importante de la metodología será la experiencia. En efecto, no se aprenden técnicas solo por conocerlas. Es necesario entrenarse, dejarse supervisar, hacer prácticas con tutor, con compañero, con actor, con usuario real… pero siempre dejándose interpelar: por uno mismo, por otros miembros de los procesos formativos y por los expertos en supervisión. El aprendizaje por modelado es un buen recurso. El análisis de casos (diálogos, videos) ayuda eficazmente, pero sobre todo, la supervisión del formando en counselling, sea en cámara de Gessell o con cualquier otro recurso.

Y una tercera clave fundamental es el desarrollo personal del consejero. Es difícil acompañar en el sufrimiento si no se hace introspección, toma de conciencia de cómo se gestionan los sentimientos propios, cómo se tienen integradas las propias dificultades vividas en el pasado, cómo se están afrontando los propios conflictos en el presente. El autoconocimiento, la asertividad, la regulación emocional, el desarrollo moral del consejero, son imprescindibles para un buen aprendizaje en couselling.

Interiorizar las actitudes

Mientras que el coaching insiste mucho en técnicas para acompañar a las personas a conseguir sus metas y desarrollar sus potencialidades, el counselling se centra mucho en el poder de las actitudes, con su dimensión cognitiva, afectiva y conductual.

En efecto, no basta con haber oído sobre la importancia de la empatía, de la consideración positiva y de la autenticidad como trípode fundamental (tríada rogeriana) para el counselling. Las actitudes requieren un proceso de exploración de sus implicaciones desde el punto de vista teórico. Bien es sabido que la palabra empatía sufre una gran inflación, y es confuso el significado de la aceptación incondicional de la persona si no se explora y matiza, como es complejo el concepto de autenticidad sin trabajarlo conceptualmente. Mientras no se haga un trabajo teórico sobre estas actitudes y sus implicaciones y límites (definir: delimitar), la formación en counselling tendrá algo pendiente. Son demasiados los autores, artículos y en ocasiones libros, que manejan de manera confusa estos conceptos. Quizás nos encontremos en un bosque conceptual que reclama luz y confrontación entre tendencias complementarias y, a veces, divergentes.

Pero la formación en las actitudes clave para desarrollar las competencias del counsellor, tiene que pasar también por el adiestramiento en la dimensión comportamental de las actitudes. De ahí la necesidad de las prácticas. No se aprende espontáneamente a desplegar la empatía en situaciones tan divergentes como uno se puede encontrar en el counselling. Ni se aprende a validar sentimientos igualmente cuando estamos ante una persona triste o cuando estamos ante una persona agresiva, en los diferentes momentos de la curva de la hostilidad…

Cada maestrillo tiene su librillo, dice la sabiduría popular, y por lo mismo, cada alumno habrá de encontrar el modo de desarrollarse genuinamente, para no caer en el fingimiento de poseer algunas técnicas y repetir cual papagayo algunas reformulaciones encontradas en manuales que pueden reducir la técnica a una mera caricatura de formas de responder que fomentan la eficacia en la autonomía de los ayudados.

Necesaria introspección

Aprender a ayudar pasa necesariamente por mirarse por dentro y hacerse experto en vulnerabilidad. Estamos hechos de la misma madera los seres humanos. Tomos todos distintos, pero la comprensión de los dinamismos internos y de nuestras “sombras”, será siempre un recurso inestimable para ayudar a otras personas en el abordaje de situaciones que generan sufrimiento.

La introspección es una puerta al progreso y transformación personal, es central en términos de nuestro desarrollo personal y espiritual. Sin la capacidad de asimilar lo que aprendemos y de reflexionar profundamente sobre lo que somos, lo que sentimos, lo que vamos aprendiendo de nosotros mismos y sobre los principios del conocimiento espiritual no podemos desarrollarnos como ayudantes efectivos. Podemos pensar y hablar de desarrollo personal del consejero, pero este pasará siempre por el desarrollo espiritual, por la autoobservación en silencio, por el discernimiento. La introspección es la base de nuestra estabilidad personal, especialmente frente a las adversidades y también es la posibilidad de hacer cambios y explorar formas más profundas de nuestro ser. Imprescindible en el aprendizaje del counselling.

Por eso, los buenos planes de formación existentes en España, contemplan esta dimensión con diferentes estrategias que lo favorecen. No todos por igual; de ahí la necesidad de elegir bien entre la oferta circulante.

 

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