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Cuidarse para cuidar

La promoción de la dignidad en el cuidar y en el trabajo por curar (humanizar, al fin y al cabo), algunos la ven como un reclamo ético innecesario, puesto que las mismas profesiones sanitarias son humanizadoras, son expresión de lo mejor que tiene la humanidad: la capacidad de cuidar, haciendo de ello incluso un conjunto de profesiones.

No pocos, en los contextos en los que se habla de humanización, reclaman que también la sociedad en general ha de humanizarse y tratar bien y cuidar a los profesionales. Es obvio, y necesario. Y es justo reivindicarlo.

Tampoco son pocos los que, al hablar de humanizar y de cuidar, reclaman la necesidad de cuidarse para cuidar. El abundante discurso sobre este asunto en los últimos años es variado. Algunos, al pensar en los cuidadores, evocan a los familiares; otros piensan en los profesionales. Para unos y para otros es válido este discurso. No falta quien, en el contexto sobre el cuidarse para cuidar, piensan en el traído y llevado riesgo del burnout o desgaste profesional, el quemarse. También aquí, unos discursos centran la atención en la responsabilidad de las Organizaciones, las condiciones laborales, etc., y otros piensan en la necesaria profesionalidad que logra un equilibrio saludable en los vínculos creados, en la alianza terapéutica, sabiendo cuidar la “sana distancia” entre terapeuta y paciente.

Sea como fuere, cuidarse no es solo lograr condiciones laborales justas y equilibradas. Ni tampoco dar con la “justa distancia”, de la que hablaba el filósofo francés Paul Ricoeur, o la adecuada separación de las fases descritas habitualmente al proponer el concepto de empatía (la ecpatía o suficiente separación, tras la implicación y la repercusión e incorporación). Se trata de la necesidad de cuidarse también en el manejo de los pensamientos, de los sentimientos, de los valores, de la dimensión espiritual del propio profesional. Cuidarse holísticamente.

Por todo esto, cuidarse para cuidar implica cuidar el corazón, la vida del corazón individual y colectivo, para promover salud y relaciones entrañables de solidaridad sin límites. Nada descuidado, todo visto como cuidable y, en consecuencia, cuidado. “Cuida tus pensamientos, porque se convertirán en tus palabras. Cuida tus palabras, porque se convertirán en tus actos. Cuida tus actos, porque se convertirán en tus hábitos. Cuida tus hábitos, porque se convertirán en tu destino”, decía Gandhi, en una buena recopilación de ámbitos necesarios de cuidar cuando se piensa en cuidarse.

 

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