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MANIFIESTO: Jornada de Religiosos sanitarios ante la ley de la eutanasia

El más difícil vivir. Comprometidos en el alivio del sufrimiento y el cuidado de la vida

Instituciones religiosas dedicadas a la asistencia sanitaria que ofrecemos a la sociedad un compromiso constante y fehaciente, desde siempre, con el cuidado de las personas en el periodo final de su vida o de aquellas personas con graves discapacidades y limitaciones funcionales, ante la promulgación de una Ley de Eutanasia en España,

Constatamos:

- Que la vida es un bien y un valor fundamental sobre el que se sustenta la persona, por lo que su respeto es imprescindible para hacer posible una convivencia social en paz. Nadie está legitimado moralmente a suprimir o provocar la muerte de un semejante.

- Que la vida humana tiene sus límites, tanto temporal como en cuanto a las condiciones concretas en las que se desarrolla.

- Que la sociedad, a través de la solidaridad, puede hacer posible que personas con vidas frágiles o muy limitadas se encuentren integradas y acogidas en el entorno social y familiar cercano, logrando una experiencia de confort vital adecuado para vivirla con esperanza. Para esto son necesarias actitudes de compromiso interpersonal solidario con los enfermos y personas discapacitadas, y recursos suficientes sanitarios y sociales que hagan posible el afrontamiento efectivo de estas situaciones.

- Que, si no se da un soporte social, y también sanitario, efectivos, el dolor y el sufrimiento que a veces se presenta en situaciones de final de la vida o de situaciones de dependencia graves y muy limitantes, pueden generar desesperanza y deseos de no vivir en unas condiciones que a veces pueden llegar a ser muy penosas. Es posible que, sin ayuda, -y, en parte, por el abandono social- se origine un desequilibrio entre las fuerzas interiores de la persona y las cargas que la enfermedad o discapacidad le imponen.

- Que el dolor y la muerte, de hecho, no pueden ser los criterios últimos que midan la dignidad humana, ya que esta dignidad es propia de cada persona, por el solo hecho de ser un “ser humano” y no debería estar sujeta a condiciones subjetivas atribuidas por la propia persona ni por su entorno.-

- Que el respeto a la dignidad humana, exige no dañar la vida ni la integridad personal y, por el contrario, exige promover y cuidar la vida, actuando para aliviar el sufrimiento y para conseguir la aspiración de que cualquier vida humana se desarrolle plena-mente, hasta donde sea posible, aunque las condiciones que se presenten lo hagan un logro difícil o complejo.

Declaramos:

- Que acelerar la muerte ya sea por acción o por omisión de tratamientos y cuidados debidos a cualquier persona al final de su vida o en situación de grave discapacidad, nos parece un daño irreparable que no estamos dispuestos a infligir a nadie.

- Que facilitar una acción suicida o una actuación homicida, aunque esta actuación sea solicitada y aceptada por el propio interesado, es un error porque supone un desprecio por la dignidad humana, ya que suprime a la persona a manos de otras personas.

- Que es necesario ayudar de un modo proactivo, efectivo y comprometido a los enfermos a afrontar el impacto que la enfermedad incurable o la discapacidad insuperable, produce, para que su vida humana y la capacidad de vivirla felizmente, predomine y no quede anulada por su estado de salud. Para ello, en la realidad del final de la vida o ante enfermedades incurables, se debe prestar gran atención al respeto de la voluntad del paciente (voluntades anticipadas de tratamiento), al respeto a la vida del paciente y al acompañamiento al final de la existencia, a través de programas como los cuidados paliativos o similares.

Ofrecemos:

- Nuestra hospitalidad, nuestra capacidad de acompañamiento y cuidado de la persona enferma en las fases terminales de la vida de manera que se le ayude respetando y promoviendo siempre su inalienable dignidad humana, su llamada a la trascendencia y, por tanto, el valor supremo de su misma existencia.

- Nuestro compromiso con la humanización del cuidado de la vida de las personas sin pretender alargarla, cuando ya llega la inevitable hora de la muerte, y sin provocarla o acortarla irresponsablemente. Nuestro acompañamiento integral, que ayude a vivir el propio proceso de morir intentando aliviar el sufrimiento desde todas las dimensiones del ser humano. En este contexto, la sedación paliativa correctamente indica-da, cuando no son efectivas otras medidas, y administrada previo consentimiento del paciente, respeta y humaniza el proceso del final de la vida mitigando el sufrimiento intenso e incoercible.

- Nuestro firme compromiso profesional y espiritual para aliviar y superar el sufrimiento y la desesperanza que podamos encontrar en las personas que atendemos, a fin de que encuentren la paz y la esperanza, para que hallen el alivio y un motivo para seguir adelante, aunque sea cuando el vivir se hace más difícil.

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