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¿Humanizar o humanismo?

Para algunos, la definición de la RAE de humanizar se les queda pequeña, resulta ser casi tautológica. Para otros, humanizar es una palabra ofensiva para plantearla a quienes han decidido ser profesionales de la salud. A otros avispados se les ocurre que mejor hablar de humanismo, para rescatar la emancipación del ser humano en el renacimiento, para promover la autorefencialidad y la autonomía moral del individuo como última y única instancia de referencia racional.

Se me antoja que, en el baile, también hay juegos de poder.

Humanizar está, a mi juicio, muy bien traído. Es la reacción sensata a lo que está pasando: deshumanización. Encontramos deshumanización siempre que hay malos tratos a los enfermos o familiares; o también de estos hacia los trabajadores sanitarios. Encontramos deshumanización siempre que falta justicia e igualdad de oportunidades de acceso a los recursos existentes para disfrutar de la mayor experiencia de salud posible (para uno mismo, para la Autonomía regional, para el País, para el mundo entero). Encontramos deshumanización cuando convivimos con el malestar sin diagnosticar debido a las largas listas de espera que son mecanismos correctores del sistema público-privado de cobertura. Encontramos deshumanización cuando reducimos la physis al cuerpo biológicamente considerado, olvidando cuanto anima y personaliza el cuerpo humano. Encontramos deshumanización cuando los trabajadores son escasamente reconocidos o diferentemente reconocidos según el tipo de especialidad que ejercen. Y así, suma y sigue.

Y lo que toca, sin pudor alguno, es, sencillamente, Humanizar, tender a que la naturaleza humana, multidimensional, se exprese en su mejor potencial, en su compasión eficaz ante el sufrimiento, la enfermedad, el morir y el dolerse humanos.

 

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