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Humanizar en serio

En los tiempos que corren, el mundo latino -al menos- ha tomado este verbo como referente para la asistencia sanitaria. ¡Qué buena noticia! Y, como no puede ser menos, el verbo HUMANIZAR se está tornando polisémico. Algunos evocan actitudes, otros espacios de atención, otros tecnología al día -digital-, otros, la consideración de lo emocional.

Me alegra que se incluyan todos estos aspectos, sobre todo en el sistema sanitario público, que no debe olvidar que trata personas y no patologías o procesos. Pero siento pendientes varias cosas en cuestión de humanización: lo primero es la justicia, el no hacer daño. Lo primero es la accesibilidad. La pandemia está dejando mucho retraso en la atención, digitalizando demasiados encuentros, perdiendo en accesibilidad del sistema integrado.

Esto deshumaniza. "Poner el corazón en las manos", como gustamos decir en el Centro de Humanización de la Salud, que en esto no es nuevo, significa gestionar de manera que mejoremos la accesibilidad, la consideración de todos los pacientes. En este momento, los mayores están, por más que los hayamos vacunado los primeros, en última fila. ¿Podremos entendernos entre lo social y lo sanitario, o seguiremos pasándonos la pelota unos a otros diciendo que no está en nuestro tejado?

Humanizar no puede ser un barniz, un ornamento para un sistema ahora tocado por el trauma de la pandemia y sus consecuencias sobre pacientes, procesos, profesionales...

 

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