En ello está José Carlos Bermejo. Camilo vivió en alta tensión con su grupo, después de “la luna de miel” de sus primeros compañeros. A la Compañía llegaron personas de todo perfil, a la Congregación se unieron cientos, con distintas personalidades. No todos estaban dispuestos a ser “marineros de agua salada”, en medio a las dificultades, adversidades, temporales. Algunos parecían, en palabras de Camilo, “marineros de agua dulce”, que a él le parecían resistentes a cargar con al cruz de la dureza del servicio, si bien, siempre que había reclamo de atención por pandemia, la mayoría se ofrecía, sabiendo del riesgo de martirio por amor.
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