Blog

De la pornomiseria a la pornografía de la muerte, al voyerismo de la muerte

Escribía Susan Sontag en el 2003: “Ser espectador de calamidades que ocurren en otros lugares se ha vuelto un rasgo intrínseco de la modernidad”.

José Carlos Bermejo ha escrito en diferentes ocasiones sobre la “pornografía de la muerte”, término introducido por el antropólogo Geofrey Gorer en 1965. La estrategia de las cadenas de televisión ya no muestran demasiados rostros de niños pasando hambre. Ya aprendieron que "es de mal gusto" molestar a los ciudadanos con imágenes inadecuadas. Pero sí consideran adecuado mantener la atención del país en torno al drama del ambiguo duelo de una familia cuyo niño cae en un pozo, haciéndonos acompañar virtualmente el penoso camino de la esperanza de encontrarlo vivo. La muerte se había vuelto “pornográfica”, es decir, algo inapropiado en una discusión educada”, algo “burdo y vulgar” de lo que había que evitar hablar por ser perturbador, morboso y pornográfico. Pero en los últimos años, con la moda importada de Oriente de los "Cafés de la muerte" o Death Cafe, impulsada en 2011 en Londres  y ahora también en España, hemos dado el salto al “voyeurismo de la muerte”: los medios y la cultura de masas llenan nuestras vidas de imágenes del duelo ambiguo por un niño próximo. La colectividad expectante finge una virtual empatía acomodándose en el sofá.

 

VOLVER