Entre los conceptos más vivos, y, en cierto sentido, cambiantes, está el de empatía. Particularmente en el mundo de las relaciones de ayuda. Unos y otros lo venimos proponiendo como clave de humanización de las relaciones, como reclamando una disposición comprensiva, de sana conexión entre profesionales (y voluntarios) y pacientes (y familias), para captar la experiencia subjetiva, comprenderla y, haciéndose cargo, dar respuestas eficaces de comprensión y ayuda profesional. No es menos relevante en el trabajo en equipo e interdisciplinar.
El concepto de empatía, tan popularizado y en torno al cual podemos decir que hay un bosque conceptual, no es tan antiguo. Derivado del griego em-paheia, sentir en, sentir dentro, aparece en inglés en 1904. Históricamente se refiere a la estética y se considera como el estímulo del artista, jefe religioso, profesor, actor, cuya eficacia depende de la identificación con respecto a la materia que afronten. La materia de por sí es inerte, fría, a menos que el artista, docente, dramaturgo no penetren en ella y la animen, le den calor, transformando el mármol, el color, la lección, en una obra de arte.
En el mundo de las relaciones de ayuda, le debemos su uso consistente y oportuno a Carl Rogers, para el cual es “la capacidad de percibir el mundo interior de la otra persona, integrado por significados personales y privados, como si fuera el propio, pero sin perder nunca ese como si. No debe confundirse con “entender lo que le pasa”, que sería simplemente un ejercicio cognitivo.
La empatía es una actitud, además de una habilidad social. Se produce en un encuentro de dos, frente a frente. Diríamos: “cuando tú estés cerca, yo tomaré tus ojos y en su lugar colocaré los míos, y tú tomarás mis ojos, en su lugar pondrás los tuyos; entonces yo miraré en ti con tus ojos y tú mirarás en mí con los míos”. Se refleja así la correlación entre la empatía y la experiencia social, consiguiendo, además, ser más objetivos y penetrantes en el conocimiento propio y el ajeno.
Reik, muy citado por mí en el tema de las fases de la empatía, en su obra Listening With The Third Ear (Escuchar con el tercer oído), pretendía investigar el proceso del subconsciente del propio psicoanalista, basándose en los pensamientos de Nietzsche, y la cualidad del psicoanalista de comprender a los pacientes. Apunta que la peculiaridad de la voz o de la mirada en numerosas ocasiones nos revela más que las palabras. Pero es el autor que mejor ha descrito el proceso de la empatía para mantener la justa distancia, en palabras de Paul Ricoeur.
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